Finalizando la década de los ‘80, y tras una evolución desde el post punk al pop rock, The Cure decidió retomar su lado más oscuro con Disintegration (1989), álbum que antes de ser editado habría sido catalogado como un “suicidio comercial”, pero que se transformó en una de las cúspides creativas de la legendaria banda británica.
“No abre nuevos caminos, pero refina con éxito lo mejor que The Cure sabe hacer”, señaló Rolling Stone sobre el trabajo que logró escalar al Top 10 en Gran Bretaña gracias a canciones como “Lullaby”, “Fascination Street” y “Pictures of You”, además de alcanzar el Número 2 en el Hot 100 de Billboard en Estados Unidos con “Lovesong”.
Robert Smith (voz, guitarra) tomó a la melancolía como hilo conductor en composiciones sobre rupturas, despedidas y soledad con un resultado oscuro, pero de una hermosa honestidad. Una propuesta que los hacía volver a sus orígenes pero que los sellos Fiction (Europa) y Elektra (Norteamérica) casi rechazaron al no seguir la línea de éxitos radiales como “Why Can’t I Be You?” y “Just Like Heaven”, de Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me (1987).
«Emocionalmente, es realmente agotador hacer un álbum. Por lo general termino llorando en el estudio. Es un problema, porque si te pones emocional suenas como si estuvieras cantando mal. Sí, todavía no he superado haber hecho éste», confesaba Smith el mismo mes de su publicación y a pocos días de haber cumplido 30 años, una de las supuestas razones del tono depresivo de las letras.
“Me haces sentir como si estuviera viviendo en el borde del mundo”, en el inicio con “Plainsong”, es un ejemplo, y también una perfecta descripción del denso sonido que lograron Simon Gallup (bajo, teclados), Porl Thompson (guitarra), Boris Williams (batería) y Roger O’Donnell (teclados), en largas introducciones y temas, como “The Same Deep Water in You”, que sobrepasan los nueve minutos.
El concepto también define el momento que atravesaba la banda, ya que se hablaba de una separación tras la salida del fundador Laurence «Lol» Tolhurst (batería, teclados), debido a su adicción a las drogas y el alcohol. El músico fue parte de las sesiones junto al productor David M. Allen (Depeche Mode, The Mission), pero una de sus pocas contribuciones habría sido en el demo de “Homesick”.
A pesar de los problemas, era su época de mayor popularidad y The Prayer Tour así lo confirmó en Europa y Estados Unidos, en donde se convirtieron en una banda de estadios al reunir a más de 50 mil personas. Un éxito que los llevó a editar su segundo disco en vivo Entreat (1990), con algunas de las canciones registradas en julio de 1989 en el Wembley Arena de Londres.
Años más tarde, revivieron Disintegration al interpretarlo completo en Alemania. Fueron dos conciertos en 2002 en los que revisitaron también Pornography (1982) y Bloodflowers (2000). “Están intrínsecamente vinculados de muchas maneras y la realización de esta trilogía de espectáculos es uno de mis mejores momentos con The Cure”, apuntó Smith en el DVD The Cure: Trilogy (2003).
Un álbum sobre el paso del tiempo en el que la esperanza no tiene cabida, pero que pareciera crecer con los años y sobresalir cada vez más dentro de la discografía de The Cure. “Nunca perderé este dolor. Nunca soñaré contigo nuevamente” son las líneas finales de más de 70 minutos de un lamento que terminan en una triste resignación.
Excelente articulo!