Tranquilo y explosivo; complicado y simple; oscuro y luminoso. Los contrastes en su propuesta transformaron a Pixies en una influencia para bandas tan diferentes como Nirvana, Radiohead, Mogwai, Blur y Weezer. Un sello que tuvo como cumbre creativa a Doolittle, disco publicado el 17 de abril de 1989 y que, 25 años después, sigue sonando a vanguardia.
Una importancia que se refleja en una frase tan definitiva como “la base del rock de los ’90”, escrita por el ex editor de Rolling Stone, Mark Kemp. Claro que eso fue en 2003, porque en el año de su publicación la misma revista le dio tres estrellas y media. Algo parecido a los rankings de ventas, ya que seis años después lograron el disco de oro en Estados Unidos.
Todo iba muy rápido a finales de los ’80. Luego de los demos conocidos como The Purple Tapes y del mini LP Come On Pilgrim en 1987, Black Francis (voz, guitarra), Kim Deal (bajo, voz), Joey Santiago (guitarra) y David Lovering (batería) grabaron Surfer Rosa (1988). Un visceral disco que incluyó dos himnos del rock independiente: “Gigantic” y “Where Is My Mind?”, que los llevaron a intentar pulir su propuesta.
“Wow, realmente hicimos algo especial”, recordaba Francis sobre el momento en que registraron las primeras maquetas, las que fueron grabadas junto a quien se transformó en su productor histórico, Gil Norton (Throwing Muses, Billy Bragg), el encargado de elaborar su sonido y convertir títulos como “Debaser”, “Here Comes Your Man”, “Monkey Gone To Heaven”, “Tame” y “Wave of Mutilation” en la punta de lanza de un estilo con elementos del punk, el pop y el rock que marcaron el cambio de década junto a nombres como Sonic Youth y Dinosaur Jr.
Aunque señalaron que eran “palabras que encajaban bien”, sus letras también sorprendieron, ya que religión, muerte, sexo y un homenaje a Un Perro Andaluz (Buñuel/Dali, 1929) fueron algunos de sus conceptos. “En una entrevista leí que David Lynch tenía ideas e imágenes pero que no sabía exactamente lo que significaban. Así es como yo compongo”, confesó Francis en el libro Doolittle (Ben Sisario, 2006).
Aunque la creatividad era una constante, también lo eran los conflictos entre Deal y Francis, llevando a que la grabación pasara de la diversión a sólo trabajo. Una relación que comenzó a tener consecuencias en el material posterior – Bossanova (1990) y Trompe le Monde (1991) – y que llevó a que la banda se disolviera a principios de 1993, dejando un legado que tiene a Doolittle entre los 500 mejores discos de la historia para medios especializados como NME y Rolling Stone.
Fue una primera etapa en la que en cinco intensos años grabaron un mini LP y cuatro álbumes. Todos ellos editados por 4AD/Elektra y con el arte de Vaughan Oliver (Cocteau Twins, Dead Can Dance y This Mortal Coil), quien también estuvo a cargo de la portada de Indie Cindy (2014), su primer disco de estudio en 23 años, claro que esta vez la banda sigue sin Kim Deal.
Pero años atrás, después de la primera gran ruptura de Pixies, los músicos iniciaron o retomaron otros proyectos musicales -The Breeders, Frank Black and the Catholics, The Martinis, The Everybody, entre otros-, para reunirse en 2004 y realizar giras mundiales, incluida la extensa celebración de las dos décadas de Doolittle por Europa, Norteamérica y Australia que abarcó más de dos años.
Actualmente Paz Lenchantin completa el cuarteto que recientemente fue parte de la cuarta edición de Lollapalooza Chile y que sigue su recorrido en vivo en festivales como Coachella (Estados Unidos), Primavera Sound (España) y Field Day (Inglaterra) mostrando las canciones de su nueva etapa, pero volviendo una y otra vez a esos clásicos que crearon escuela.
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