Aunque el cartel del festival Lollapalooza incluye a artistas de géneros muy diversos, en la jornada del viernes dominó el buen rock. Unas 90 mil personas se reunieron en el Grant Park de Chicago para dar inicio a la celebración de los 20 años del evento, en medio de un ambiente caluroso y alegre.
Cerca de las 11:30 de la mañana, Kate Díaz dio inicio a la fiesta con su presentación en el Kidzapalooza, pero la acción en el escenario principal, bautizado Music Unlimited, no comenzó sino hasta las 12:45 pm, cuando las canciones de la banda inglesa The Vaccines retumbaron con fuerza en la parte sur del parque.
«Wreckin’ Bar (Ra Ra Ra)», «Wetsuit» y la infalible «If You Wanna» fueron recibidas con aprecio por el público, que poco a poco iba aumentando.
Los siguientes en el itinerario de RockNvivo fueron Los Bunkers, que partieron puntualmente a la 1:45 de la tarde en el escenario PlayStation y fueron recibidos por varios fanáticos chilenos que mostraron su apoyo con bandera en mano. La banda penquista hizo gala de la experiencia ganada en su década de historia y apostó por un set variado, que partió con «Miéntele» y continuó con temas como «No me hables de sufrir», «Una nube cuelga sobre mi», y un par de versiones de Silvio Rodríguez que forman parte de su más reciente disco de estudio, Música Libre. También tocaron «Miño», que fue dedicada a los estudiantes chilenos.
En la jornada del viernes, el idioma aparentemente no fue una barrera para ninguno de los chilenos, pues tanto Los Bunkers como Anita Tijoux lograron una buena convocatoria y fueron recibidos con aprecio por el público local.
Tanto así, que Anita dijo sobre el escenario: “Yo sé que canto en español y ustedes no me entienden, pero what the fuck?, nosotros tampoco entendemos inglés”, comentario que fue celebrado por su numerosa audiencia, que se movía incesantemente al ritmo de su música.
Tijoux también quiso mostrar su apoyo a los integrantes del movimiento estudiantil en Chile, a quienes les dedicó «En Paro», justo antes de despedirse con «1977».
A esa hora, la calle Columbus, que atraviesa el Grant Park de norte sur y que durante el festival se convierte en en largo patio de comida, se encontraba repleta. Aunque en cuanto a infraestructura, esta zona no es muy distinta a la del Lollapalooza Chile, sí sorprende la variedad de la oferta y la alta calidad de la comida, a precios bastante razonables. Una lata de coca-cola se vende por 2 USD (unos 900 pesos chilenos), un trozo de pizza vale 3 USD (1350 pesos chilenos aproximadamente) y un par de tamales 5 USD (2250 pesos). También se venden bebidas alcohólicas (cervezas y vino), pero sólo a mayores de 21 años.
En un festival de esta magnitud, la sola decisión de parar a comer algo implica obligatoriamente dejar pasar algunas presentaciones, pues la acción en los escenarios nunca cesa. En las primeras horas de la tarde hubo presentaciones que valía la pena ver, como la del power trío de Guadalajara Le Butcherettes, que impresionó por su ruda escena y marcó el día cuando su baterista, Gabe Serbian, vomitó sobre el escenario. A esa misma hora, los estadounidenses de Foster the People se presentaban en el escenario Sony, y poco después, The Kills se tomaba el Bud Light Stage.
Pero para el público más rockero, lo más esperado ocurriría a las 6 de la tarde, cuando A Perfect Circle subiría al escenario principal. La banda liderada por Maynard James Keenan salió puntual y comenzó su show de la misma manera en la que parte su disco eMOTIVe: con «Annihilation» (Crucifix) e «Imagine» (John Lennon), un inicio a prueba de balas.
El supergrupo que completan Billy Howerdel (guitarra y voz), James Iha (guitarra y teclados), Matt McJunkins (bajo) y el enérgico Josh Freese (batería), se tomó todas las licencias posibles y aún así logró convencer al público. A Perfect Circle se negó a interpretar «Judith» y en lugar de la versión original de «3 libras», optó la llamada All Main Courses Mix; Maynard se ubicó al fondo del escenario, sobre una plataforma de la que nunca bajó y no hubo en ningún momento actos populistas o declaraciones de amor eterno. Si alguien esperaba eso, se equivocó de escenario.
Lo que sí hubo fue una banda con un sonido avasallador, coronado por la voz intachable de Maynard, y un repertorio que a pesar de ser sombrío, mostró la versatilidad de la banda y fue celebrado por los fanáticos. «Weak and Powerless», «The Hollow», «People Are People» (cover de Depeche Mode), «The outsider» fueron algunos de los temas interpretados durante los 75 minutos que duró su presentación, que dio el golpe de gracia con la frenética «Passive».
El itinerario continuó después con la electrónica Crystal Castles en el escenario Sony, y con el rock alegre de OK Go en el Google+ Stage, que contó con un público fiel que celebró con euforia temas como «Here It Goes Again» y «Get Over It».
El cierre del primer día de Lollapalooza ya se acercaba y el público se veía obligado a elegir entre cuatro propuestas muy distintas: Ratatat, Girl Talk, Coldplay o Muse. La balanza se inclinó hacia Muse, que reunió en el escenario principal a decenas de miles de personas, que sin mostrar cansancio alguno, saltaron y cantaron con total devoción «Uprising» y «Supermassive Black Hole», que dieron el vamos a un show de casi dos horas de duración.
La emoción pura llegó con «Hysteria», que partió con la guitarra de Matt Bellamy tocando los acordes del himno de Estados Unidos y que en el medio desató fuegos artificiales que se reflejaban en las fachadas de los modernos edificios de Chicago. Momento sublime que no podía dejar indiferente a nadie.
El trío recorrió toda su discografía, a excepción de Showbiz (1999), repasando temas como «Citizen Erased» (2001), «Butterflies and Hurricanes» (2003), «Map of the Problematique» (2006) y sus éxitos más recientes, como «Undisclosed Desires» y «Resistance», todos acompañados por la potente puesta en escena de la banda, que contó con varias pantallas hexagonales de led a sus espaldas, con un trabajo visual que acompañaba cada tema con perfecta sincronía.
El cierre magistral llegó con «Plug In Baby» y «Knights of Cydonia», que le arrancaron al público sus últimas energías. Sin importar lo que haya ocurrido en el resto del parque, cerrar la jornada con Muse pareció ser una decisión más que acertada.
Y eso que aún quedan 2 días de Lollapalooza.
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