El compositor y multiinstrumentista inglés Steven Wilson regresó a Chile para ofrecer tres conciertos en el Teatro Cariola y reiterar su estatus de músico de culto, sumando seguidores en cada una de sus visitas al país.
La noche del sábado 9 de mayo, en el segundo show, el teatro estaba completamente lleno. Tras una extensa intro, con todo el público expectante, entró a escena la banda. Desde el arranque con la instrumental “First Regret” seguida de “3 Years Older, las melodías hipnóticas comenzaron a envolver el recinto, dejando en claro que la propuesta audiovisual sería muy potente, con imágenes proyectadas durante todo el concierto, que entregaban contexto a las composiciones.
En el mismo orden de su más reciente disco Hand.Cannot.Erase (2015), el cuarto de su carrera solista, sonó el track que da título a la placa, seguido por las palmas de la audiencia, relajando luego el ambiente con la bella “Perfect Life”, con Wilson abandonando al guitarra y tomando posición en los sintetizadores.
La complicidad del público con el músico inglés era completa: éste se mostraba a sus anchas sobre el escenario -descalzo como de costumbre- y de muy buen humor, lo que contrastaba con la melancolía de sus canciones, hecho que el mismo recalcó entre bromas.
“Index” de Grace for Drowning (2011) trajo los melodías más oscuras e introspectivas, mientras que en el combo “Home Invasion/Regret #9”, las guitarras cayeron pesadísimas, cortesía del gran David Kilminster, quien en su carrera ha acompañado a grandes músicos, como el mismísimo Roger Waters. Dave también fue el encargado de acompañar en las seis cuerdas la primera gran sorpresa de la noche: el cover de “Thank You” de la canadiense Alanis Morissette, con un gran performance vocal de Wilson, en un ambiente más intimo, entregando emoción absoluta en su coro, con todos escuchando sin emitir un solo ruido: respeto total.
Los teclados jugaron un papel importante en el show. Adam Holzman creaba ambientes que resaltaban los sentimientos más profundos, con cortes que estuvieron en demasía cargados a su último trabajo solista, pero que no parecieron para nada incomodar a sus incondicionales fanáticos.
“Lazarus” trajo de vuelta los años de Porcupine Tree; un track que, como bien dijo Wilson, calza perfectamente con el tono y letras de Hand.Cannot Erase y de paso con el concierto, en el que la pérdida fue el tema recurrente y enlazaba cada una de las canciones.
En el primer encore sonaron la épica “The Watchmaker”, con un telón transparente ubicado frente al escenario, en el cual se proyectaban imágenes que evocaban el pasar del tiempo, destacando el excelente desempeño en la batería de Craig Blundell (Pendragon), y que junto a “Sleep Together” -otro corte de Porcupine Tree- llenó de fuerza y misticismo el lugar. Ovación cerrada.
El gran final vino de la mano con “The Raven That Refused to Sing”, que comienza lentamente y de forma paulatina suma una fuerza y emoción de manera sublime, mientras el videoclip correspondiente se proyectaba en el fondo. Los aplausos no cesaban y Steven Wilson y compañía se despedían profundamente agradecidos, reafirmando el gran arrastre en Chile, de quien es llamado por la crítica como «el último gran héroe del rock de vanguardia y espíritu progresivo”.
Fotógrafo: Juan Francisco Lizama L.