Los ingleses Carl Barât y Gary Powell, dos de los integrantes del conjunto The Libertines, llegaron por primera vez a Chile para ofrecer un energético show ante más de 500 fanáticos que llegaron hasta el Centro Cultural Amanda la noche del viernes 21.
Mientras afuera el primer día de invierno presentaba su impronta, adentro reinaban las ansias por ver en vivo por fin a los británicos. Pasada la medianoche, Barât y Powell, junto a dos músicos invitados, subieron al escenario para encender la fría noche de entrada con «Bang Bang You’re Dead», el mayor éxito de su proyecto Dirty Pretty Things, seguido por el primer desorden en el público apenas sonaron los riffs de «Up the Bracket» de The Libertines.
Hace casi 10 años, The Libertines se convirtió en una de las banderas del rock británico que protagonizó el inicio de la década pasada, aunque su historia se resumió en sólo dos álbumes y un par de singles exitosos entre 2002 y 2004. Con Pete Doherty, la otra mitad creativa de la banda, Barât se convirtió en ícono de la rebeldía y el desenfreno que esta vez llegaba para repasar también su trayectoria solista.
Quizás The Libertines no consiguió un renombre a la altura de sus contemporáneos, como Franz Ferdinand o The Strokes, pero en este lado del mundo la espera por escuchar canciones como «Horrorshow» y «Death on the Stairs» se hizo latente en la intensidad con que sus fanáticos disfrutaron cada acorde que entregaba el vocalista, siempre secundado por los impecables golpes de Powell.
Por momentos, a Barât se le notó la ausencia de su amigo Doherty. Como frontman se ve cómodo, interactuando con frases en español y un poco entendible inglés, y moviéndose a sus anchas por el escenario, pero en esta ocasión sus acompañantes en el escenario, estáticos y poco chispeantes, no lograban empatizar con el guitarrista, quien junto a Doherty presentaban en vivo memorables postales en sus años de gloria.
La potencia y la velocidad sigue estando en el sonido del músico, que también dio espacio para calmar las pulsaciones con un set acústico que incluyó coreadas versiones de «The Ballad of Grimaldi» y «What Katie Did». Esta parte, con Barât solo con su guitarra, se perdió la intensidad de las composiciones originales, pero se ganó emotividad, sobre todo en «The Good Old Days».
Esta cercanía dio paso a la última parte del show, cargado al repertorio Libertines, en donde pasaron canciones como «Don’t Look Back into the Sun» y «What a Waster», un cierre espectacular y energético. Como guinda de la torta, «I Get Along» concluyó el debut de la mitad de uno de los conjuntos más destacados aparecidos en Inglaterra y que, luego de casi una década, saldó su deuda con el público chileno.