En 2011, Foals llegó por primera vez a Chile abriendo el concierto de Red Hot Chili Peppers en el Estadio Monumental. En esa ocasión, su concierto fue tibio y recibido sin mayor trascendencia, por lo que su participación en Lollapalooza Chile 2013 podía convertirse en la revancha.
El conjunto inglés llegó a la cita con Holy Fire bajo el brazo, su más reciente álbum con el que la crítica ha aclamado a los de Oxford por su madurez tras dos discos anteriores y cinco años de carrera. Sin embargo, en el marco del festival, su show pareció prescindible.
Pasadas las 16:30, la banda formada por Yannis Philippakis (voz), Jimmy Smith (guitarra), Walter Gervers (bajo), Edwin Congreave (teclados) y Jack Bevan (batería) inició su presentación con «Prelude», tema que también abre Holy Fire, mientras el sol pegaba de frente al quinteto en el PlayStation Stage.
Más allá de su innegable calidad en el registro de estudio, Foals no logró traspasar el ánimo en su en vivo, llevando a cabo una presentación en la que, salvo chispasos como «My Number» y «Spanish Sahara» que motivaron al público, no logró hacer estallar los ánimos, en parte por el estilo repetitivo y por el poco carisma de sus integrantes ante sus fieles y generosos seguidores.
La música del grupo deja en claro su energía y sus ganas de que el público lo pase bien, pero lo de la tarde del domingo dejó un gusto raro. Pasaron canciones como «Blue Blood» y «Providence», las cuales dieron la idea de que en algún momento su música iba a explotar y llegar a un climax, pero aquello finalmente no ocurrió y lo que dejó fue una sensación de contención frente a su propuesta.
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Fotógrafo: Javier Valenzuela