Un verdadero vendaval que arrasó con todo a su paso: así podría describirse el concierto que ofrecieron la noche del jueves 29 de junio las bandas Heaven Shall Burn, Carcass y Lamb of God en el Teatro Caupolicán. Un recinto que vio remecer sus cimientos ante la descarga de las tres agrupaciones, que expelieron una artillería de metal pesado que dejó al final de la jornada felices a los fanáticos, quienes sin pausa provocaban en cancha intensos y continuos mosh pits y walls of death.
Forahneo, banda invitada para abrir la velada, salió al escenario pasadas las 18:30 horas. La agrupación, cultora de una fusión de death y thrash metal, repasó composiciones de su placa debut Perfidy (2015) mientas el público comenzaba a llegar al recinto de San Diego, siendo su propuesta muy bien recibida por quienes a esa hora se encontraban presentes.
El primer plato fuerte de la noche, Heaven Shall Burn, apareció a las 19.30 horas, y ya desde los primeros acordes con “The Loss of Fury” desencadenan el primer gran mosh de la jornada, sonando atronadores, llegando a tal punto de saturar en ocasiones.
El quinteto alemán, que lleva ya una carrera construida desde fines de los años 90, y que combina la agresividad del metalcore con letras anti-racistas y contra la injusticia social, se mostró sólido y a gusto en su quinta vista a nuestro país.
En 50 minutos, Heaven Shall Burn recorrió temas variados de su discografía, pasando por las más recientes “Bring the War Home” y “Corium” de Wanderer (2016) y de etapa de la primera década del nuevo milenio como “The Weapon They Fear” y la asesina “Counterweight”, que cayó como un mazo. Su vocalista Marcus Bischoff -dueño de un gran vozarrón- agradecía constantemente el apoyo y la enérgica respuesta de los asistentes, (que ya comenzaban a llenar cancha a estas alturas), lo que coronó al lanzarse al público, entre los aplausos y la adrenalina casi al final de su show.
Con “Black Tears”, cover de Edge of Sanity, banda ya disuelta y liderada por el destacado productor metalero sueco Dan Swanö, Heaven Shall Burn dio por finalizada su quinta vista a nuestro país.
Para el público de la vieja escuela, el show de Carcass era un deber. El cuarteto inglés, liderado por Jeff Walker (voz) y Bill Steer (guitarra) irrumpieron con su death melódico que creó escuela en los añós 90. Los fuegos se abrieron con “316L Grade Surgical Steel”, corte de su disco de regreso Surgical Steel 2013, para encender aún más los ánimos con el primer clásico de la noche: “Buried Drems”, sencillo que abre su disco más exitoso comercialmente, Heartwork (1993) de enorme influencia, seguida de otro inmenso corte, “Incarnated Solvent Abuse”, todos rebosantes en clase y técnica.
Tanto las generaciones más jóvenes que fueron por Heaven Shall Burn y Lamb of God (en su mayoría) como quienes crecieron con Carcass y fueron testigos de su evolución, disfrutaron por igual el tremendo show que los oriundos de Liverpool se despacharon, lleno de energía y melodía, acto que se nutrió del repertorio de Heartwork y de su última placa. Las nuevas composiciones fueron recibidas como verdaderos clásicos a estas alturas, tales como “Unfit for Human Consumption” y “Cadaver Pouch Conveyor System”.
Su frontman Jeff Walker se mostró feliz de regresar una vez más a Chile, preguntando seguidamente a los presentes cómo lo estaban pasando, a lo que la audiencia respondía fervorosamente. En tanto, los riffs de Ben Ash se complementaban de perfecta forma con las del co-fundaodor Bill Steer, creando las dosis de armonía necesaria entre la agresividad sonora, mientras que la batería de Dan Wilding terminaba de crear el cuadro perfecto.
También hubo espacio para composiciones de su época más primigenia, cuando Carcass cultivaba un death/grind a mil por hora, en las que Bill Steer apoyó con voces guturales a Jeff.
Ya finalizando, suena la rockera “Keep On Rotting in the Free World” de Swansong (1996), para que actos seguido la batería de Wilding de el vamos “Corporal Jigsore Quandary”, dejando a “Heartwork” como la encargada del cierre: una gema a prueba del paso del tiempo. Show redondo y que paso demasiado rápido, quedando muchos con ganas de mas, pidiendo su retorno.
Tras casi 25 minutos de espera, tiempo que sirvió en parte para reponer energías, llegó el turno de Lamb of God, una de las bandas claves de la denominada New Wave of American Heavy Metal, movimiento musical nacido en los Estados Unidos a mediados de los 90 que mezcla elementos del groove y el hardcore, mas algunas voces death metal, grupo que entregó una nueva fuerza al metal de la primera década del 2000.
Los comandados por Randy Blythe (voz), atacaron de entrada con “Laid to Rest” y “Ruin” y “512”, sonando como una máquina y derribado todo a su paso. Mención especial a la performance de Chris Adler, quien con su batería doble bombo sonaba atronador, en temas como “Desolation” y «Walk with me in hell”.
Blythe se movía a sus anchas por el escenario, histriónico, lleno de energías, contagiando a sus compañeros y al público, mientras vomitaba las letras de “Ghost Walking” y “The Faded Line”. Un momento especial se vivió cuando el vocalista dedicó en nombre de la banda “Now You’ve Got Something to Die For” a dos “héroes chilenos”: Pablo Neruda y Tom Araya.
Ya llegando a la recta final, “Set to Fail” y “Redneck” marcaron el cierre de casi cinco horas de concierto, una maratónica jornada de metal pesado que expulsó toda la energía guardada en cada uno de los asistentes: el cansancio no tuvo lugar en la arrolladora velada.
Fotógrafo: Miguel Fuentes
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