La relación de Iron Maiden con Chile es una historia que ya lleva más de 20 años, la que comenzó con su fallido show en julio de 1992, cuando fueron acusados de “satánicos” y de ser un “mal ejemplo para la juventud”. Desde ese momento, el vínculo con sus fanáticos chilenos se volvió indisoluble, y tal desafortunada medida provocó con el tiempo un efecto contrario al deseado por las autoridades eclesiásticas de aquella época.
En ésta, su octava visita a nuestro país, promocionando su nueva placa, The Book of Souls, esa mágica comunión se produjo una vez más en un Estadio Nacional que albergó a cerca de 50 mil espectadores la noche del veirnes 11 de marzo, dejando en evidencia que el fervor que provoca la Doncella de Hierro en Chile es, paradójicamente, casi religioso.
Tras la discreta actuación de The Raven Age -banda en la que figura George Harris, hijo del bajista de Iron Maiden-, Anthrax deleitó a los presentes a punta de su thrash de tintes vacilones: una marca registrada del grupo neoyorquino. El quinteto repasó clásicos de su carrera, partiendo con la adrenalínica “Caught in a Mosh”, a la que sumaron canciones como “Got the Time”, “Medusa” y “Antisocial”, matizando su show con nuevas composiciones como “Evil Twin” y “Breathing Lightning”, de su recién estrenado disco For All Kings (2016)
El guitarrista Jonathan Donais (Shadows fall) se mostró mucho más seguro y afiatado a la banda en esta oportunidad (ingresó a Anthrax en 2013), complementándose de mejor forma con su colega en las seis cuerdas, Scott Ian, mientras que Frank Bello (bajo) no cesaba de animar al público, y Joey Belladonna (voz) corría de un lado a otro del escenario. En tanto, Charlie Benante sonó simplemente aplastante en la batería.
“Indians” fue la encargada de cerrar, desatando la locura en las primeras filas del sector cancha, generando intensos mosh pits. Fue una presentación que pasó demasiado rápido y dejo los ánimos muy en alto.
Finalmente, pasadas las 21 horas, suena “Doctor Doctor” de UFO –indicio ya innegable de que pronto comenzará el show- para que en las pantallas LED laterales se proyecte a continuación un video que presenta la actual gira de “la bestia”. “If Eternity Should Fail”, sencillo que abre The Book of Souls, sorprende con un Bruce Dickinson cantado la sección inicial, una introducción introspectiva, para luego dar paso a una pletórica canción con una voz operática en su mejor nivel. Sin lugar a dudas, uno de los mejores cortes de Iron Maiden en el último tiempo, el que en un principio el frontman iba a ocupar para su próximo álbum solista.
El primer single de The Book of Souls, “Speed of Light”, sigue sin pausas, track de sonidos mucho más rockanroleros, para luego llegar al primer clásico de la noche tras los primeros “ole olé” del público: “Children of the Damned”, de The Number of the Beast (1982) con un Bruce Dickinson impecable y una sección rítmica en guitarras sobresaliente, a cargo del trío Smith/Murray/Gers.
Nuevos temas se suceden a continuación, pasando por “Tears of a Clown” y la gigante “The Red and the Back”, con un inicio en bajo a cargo de Steve Harris, que recuerda en cierta medida a “Blood on the World’s Hands” de The X Factor (1995). Muchos entonan su letra, demostrando que es uno de los temas más populares de su más reciente LP.
La longeva banda británica, pionera de la New Wave of British Heavy Metal, demuestra una energía y calidad envidiable. “The Trooper” (con Dickinson ondeando la bandera británica) y “Powerslave” suenan tan frescas como antaño: dos inmensos clásicos a prueba del tiempo. En esta última, fuego emana de los pedestales posicionados en el escenario, que ayudan a crear una ambientación maya. La misma situación ocurre con la interpretación del tema que da nombre a su reciente álbum, en el cual aparece su mascota Eddie, para el asombro de todos, y Bruce se encarga ¡de arrancarle el corazón!
El combo “Hallowed be thy Name” y “Fear of the Dark” –dos canciones que se han vuelto inamovibles en su setlist, y que suenan de forma impecable- convierten al estadio en un verdadero karaoke: impresionante ver a 50 mil almas unidas por su amor al heavy metal.
“Iron Maiden” señala que pronto todo terminará, y Eddie hace acto de presencia nuevamente, esta vez en la forma de una enorme cabeza que emerge desde la parte posterior del escenario.
Tras una pausa muy breve, el encore arranca con “The Number of the Beast” –y en esta oportunidad emerge un diablo- para que Dickinson reafirme luego la “unión” con sus hermanos del metal con “Blood Brothers”. El gran cierre, tras casi dos horas de show, llega con la melancólica “Wasted Years” de Somewhere in Time (1986).
Show redondo, de impecable factura. ¿El mejor hasta la fecha? Eso quedará en el juicio de quienes fueron a apreciar a la doncella en su octavo show en el país. Pero tras ver a Iron Maiden la noche del 11 de marzo en el Estadio Nacional, algo sí se puede asegurar: la banda aún está lejos de retirarse.
GALERÍA DE FOTOS
Fotógrafo: Javier Valenzuela
Iron Maiden | Estadio Nacional | 11.03.2016
Setlist
1. If Eternity Should Fail
2. Speed of Light
3. Children of the Damned
4. Tears of a Clown
5. The Red and the Black
6. The Trooper
7. Powerslave
8. Death or Glory
9. The Book of Souls
10. Hallowed Be Thy Name
11. Fear of the Dark
12. Iron Maiden
Encore
13. The Number of the Beast
14. Blood Brothers
15. Wasted Years