Pocos músicos como Damien Rice podrían asumir una mini-gira (en su caso por México, Brasil, Argentina y Chile), saliendo al escenario solos con sus guitarras …y no morir en el intento. Y es que su sola presencia genera una reacción increíble en el público. Cuando él salió al escenario del Teatro Oriente de Santiago todos aplaudieron, pero apenas sonó el primer acorde el silencio fue unánime.
Sin embargo, Damien Rice no mostró en ningún momento actitud de divo, sino más bien todo lo contrario. Justo cuando terminó “Insane”, el tema con el que abrió, se dirigió a un público al que se ganó por completo. A pesar de que era obvio que las personas que llenaron por completo el teatro estaban fascinadas ante él, ante su talento y su voz dulce y desgarradora a partes iguales, en un principio Damien no estaba a gusto: le molestaba enormemente el hecho de que al menos 1 de cada 4 personas en el público estaba haciendo fotos y/o videos con cámaras o celulares. La lluvia de flashes dañaba la atmósfera que el irlandés trataba de crear: una de intimidad, de cercanía y camaradería.
Así que al principio bromeó con las cámaras. Dijo que él se había cansado de ellas, porque se había dado cuenta de que cuando se veía la vida a través de una lente, se olvidaba de vivirla. Todos rieron. Pero los flashes siguieron lloviendo.
La consecuencia fue que a mitad de concierto, Damien pidiera expresamente a su público que dejara de usar sus cámaras, preguntando: “¿podemos estar todos aquí, aunque sea durante una sola canción? (…) no se preocupen por nadie más, que se joda el resto del mundo”… A partir de allí cualquier flash irreverente que se atrevió a aparecer fue castigado por miembros de la audiencia.
Además del excelente compositor que muchos reconocen que es, Damien Rice es un frontman ocurrente, encantador y poseedor de un humor negro (muy british). El tema de las cámaras lo convirtió en burla y lo usó para conducir el recital a esa atmósfera íntima que todos anhelaban sin saberlo.
Luego de interpretar “Volcano”, pidió que aquellos en el público que no tuvieran cámaras subieran al escenario. Luego los dividió en grupos y les dio una parte dentro de la canción. Difícilmente sobre el escenario del Teatro Oriente habían estado antes tantas personas al mismo tiempo, cantando, compartiendo.
En más de una oportunidad Damien Rice pidió a los técnicos que bajaran las luces, quedando el teatro casi en total oscuridad. Pero el punto álgido de cercanía llegó precisamente con su tema más conocido. Antes de interpretar “The Blower’s Daughter”, pidió además que apagaran los amplificadores, monitores, micrófono y demás aparatos eléctricos. Y después cantó casi a cappella.
Justo después vino la falsa despedida. Y al regreso, complació las peticiones del público. “Cannonball”, “Accidental Babies” y “Delicate” siguieron en la lista, que cerró con una versión de “Cheers Darlin” que interpretó acompañado por un ipod, con cuatro copas de vino tinto encima y con dos invitados del público sobre el escenario, que brindaron con él y tomaron de su vino.
el mejor artista del mundo sin duda, unico…