Once horas de música ininterrumpida sumó la primera versión del Rockout Fest, evento que congregó a un selecto grupo de nombres rockeros elegidos para subir los decibeles durante la calurosa jornada del sábado 8 en Espacio Broadway, en donde se dispusieron tres escenarios.
La apuesta en el recinto ubicado en el camino a Viña del Mar obligaba a poner los ojos en la producción a cargo de Transistor en su primer evento en las afueras de Santiago tras la caótica última edición del festival Maquinaria, celebrada en 2012 en Las Vizcachas, recordada particularmente por los problemas en la llegada y salida de los asistentes, además de algunos inconvenientes en la parte técnica y en el cumplimiento de los horarios.
Pero lo del sábado superó las expectativas en ese sentido, con un inicio puntual a las 14:00 horas a cargo de los nacionales Cómo Asesinar a Felipes, quienes repasaron su impecable trayectoria a punta de su sonido jazz y rimas, seguidos por los estadounidenses Helmet, que pudieron finalmente tocar para sus fanáticos nacionales tras su abortada actuación en 2011. Con Page Hamilton al frente (único miembro original), los de Nueva York regalaron canciones como «Role Model», «Ironhead» y «Wilma’s Rainbow» ante unas cuatro mil personas que vibraron con su metal alternativo que ya cumple 25 años.
Fue uno de los primeros mazazos de la jornada, seguido por el noise rock de Thurston Moore. El guitarrista trajo ese ruido que logró comandando Sonic Youth, pero ahora bajo su propuesta solista y con su cuarto álbum, The Best Day (2014), bajo el brazo. De hecho, fue ese trabajo la base de su show, con canciones como «Speak to the Wild», «Germs Burn» y la que da nombre al disco, completando seis canciones en una hora de show.
Mientras Moore estaba arriba del escenario Transistor, se produjo uno de los problemas que marcaron el evento: el ruido que venía del escenario Escudo, donde los nacionales Rama se presentaban ante un generoso público. Fue una dificultad que provocó incomodidad en los artistas y también en el público, una constante que se extendió hasta los últimos momentos del festival.
A las 17:00 horas fue el turno de Melvins, comandados por Buzz Osborne, quienes sumaron el mayor público hasta ese momento frente al escenario Monster. Los fanáticos saltaron y disfrutaron el intenso sonido del power trío con canciones como «Captain Pungent» y el cover de Paul McCartney & Wings «Let me Roll It», mientras un camión se paseaba por el lugar mojando a los asistentes y se podía ver a parte del público con audífonos, siguiendo los partidos que definían el Campeonato Nacional de fútbol que se desarrollaban a esa hora.
Blind Melon vino a continuación para repasar parte de su historia, con canciones como «Paper Scratcher» y el súper éxito «No Rain», bajando un poco la intensidad del día, en contraste al fervor que en ese mismo momento se vivía en el escenario Escudo con Los Morton, con un público numeroso que disfrutó de canciones como «Jamón con queso», «No estamos solos» y Cocaína».
El turno de Fantômas vino a eso de las 19:00 horas, demostrando que gran parte de público estaba a su favor. Con Mike Patton al frente, el supergrupo (incluye a Dave Lombardo, ex Slayer, y Buzz Osborne y Trevor Dunn de Melvins) repasó su segundo álbum The Director’s Cut (2001), un trabajo experimental que fue interpretado impecablemente por los músicos, complementado con interacciones con el público por parte del vocalista. De hecho, en una de ellas, Patton preguntó «¿qué es esa música de mierda?» que se escuchaba hasta allí desde el escenario Escudo, donde estaba tocando en ese momento Hielo Negro.
Fue la renovación del vínculo entre el también frontman de Faith no More con el público chileno, al que trata de «hueones» y «putos», convirtiéndose en un discurso repetitivo que parece ser la forma en la que busca sostener su idolatría por estos lados.
Tras los estadounidenses, fue el turno de sus compatriotas de Devo. Los de Akron venían como el número principal del cartel pero no fueron los encargados de cerrar el evento, peleando palmo a palmo con Fantômas el favoritismo entre el público a través de poleras y otros souvenirs. Pese a ello, trajeron un poco de frescura dentro de tantos riffs frenéticos, mostrando ese post punk y new wave que durante los ’70 fue su bandera de lucha y una guía para lo que vino después.
Con «That’s Good» abriendo su show, el quinteto demostró desde un principio su calidad interpretativa, mezclando su virtuosismo musical con actuaciones teatrales que rozan la ridiculez y lo absurdo, a través de canciones como «Whip It», «Uncontrollable Urge», «Freedom of Choice» y «Beautiful World» (cantada por el característico personaje «Booji Boy»), cerrando todo con «Peek a Boo» la mejor actuación del festival.
Primus subió al escenario Monster pasadas las 21:30 con la idea de sorprender. Y lo hizo con un set centrado en sus canciones más desconocidas, decisión que llevó a apreciar aún más la enorme habilidad de Les Claypoll en el bajo, sin desmerecer el impecable trabajo de Ler LaLonde en guitarra y Herb Alexander en batería. Así, el show de los californianos se desplegó con temas como «Last Salmon Man», «Groundhog’s Day» y «Southbound Pachyderm», mientras por el público se paseaban hombres en zancos vestidos con luces led de colores, y en el escenario Escudo la agrupación 2 Minutos repasaba su álbum debut Valentin Alsina (1994).
Para el final vino su repertorio más conocido, con «Too Many Puppies», «Wynona’s Big Brown Beaver», «My Name is Mud» y «Jerry Was a Race Car Driver», cerrando así su tercera actuación en Chile. Tras el fin, gran parte del público se retiró del lugar, dejando a los españoles Extremoduro con cerca de dos mil personas, aunque no menos enfervorizadas por su regreso al país. Iniciando con «Jesucristo García», los de Plasencia demostraron lo mejor de su rock duro bajo un intenso coro de los asistentes que disfrutaron canciones como «Buscando una luna», «La vereda de la puerta de atrás», «Dulce introducción al caos» y «Puta» en el show final que bajó el telón del festival pasadas las 00:30 horas.
La primera versión del Rockout Fest no tuvo mayores problemas y se notó una mayor preocupación en favor de los asistentes (cerca de 12 mil personas según estimación de la productora), tanto como en el cumplimiento de los horarios como en los sectores de comida y descanso. El evento tuvo un nicho marcado en su parrilla y, de hacer bien las cosas en temas como el transporte, su futuro es prometedor dentro del circuito de festivales en el país.
gran nota !!! grandes fotos !!! muy bueno el festival !!! gran ambiente, caras las chelas si pero por lo menos vendían !!!!
saludos !