El camino musical del chileno Andrés Landon tiene rebeldía y curiosidad, algo que decantó en el estudio minucioso y la comprensión de la música desde otra perspectiva. Así ha incursionado por varios estilos, con el jazz como gran influencia, además de colaborar con muchísimos artistas nacionales e internacionales, ganando un Grammy por su trabajo en la producción del disco Déjenme Llorar de Carla Morrison en 2012.
Ahora está en medio de la promoción de su tercer álbum solista, titulado Esquimal (2018). Un trabajo especial que marca su reencuentro con Chile, país del que emigró hace unos 10 años y al que ahora vuelve para ganarse al público local. De hecho, por primera vez hará un lanzamiento discográfico en nuestro país este sábado 27 de abril en Bar Loreto, un show que sumará también a la banda Kinética como teloneros y con el Djset de Foex & Paulopulus al cierre.
Antes de este especial show, RockNvivo conversó con Andrés Landon sobre su trayectoria, su regreso a Chile, los planes que tiene para su carrera y su visión de la escena actual de la música nacional.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS CON ANDRÉS LANDON
– ¿Cómo ha sido el camino para llegar a encontrar tus sonidos y una forma de composición propia, que ya empezó a tener sus frutos en «Indias»?
Sí, igual yo creo que viene desde antes, del disco anterior. El disco anterior –Pequeños defectos (2012)- yo no lo produje y claro, se ve la mano de otra persona quizás con otras influencias. Desde que empecé en la música, siempre la música que me interesó y los artistas que yo escuchaba era gente que había buscado su propia manera de hacer lo que quería hacer, nunca me ligué tanto a las franquicias, a escuchar solo hip-hop, o solo rock, o solo folclore. Habían cosas de folcloristas que me gustaban, habían rockeros que me gustaban y otros no, pero no por eso me gustaba un género solamente porque me gustaba una banda. Así siempre me orienté hacia esos personajes que desafiaban su contexto. Yo siempre lo abordé intuitivamente, sin pensarlo mucho desde ese lado, porque era lo que siempre me interesó. Que si voy a hacer una canción, que sea algo que sólo yo pueda hacer, no algo que se parezca a otra cosa que ya está hecha.
– Ya teniendo claro ese camino, ¿de qué manera describirías la etapa actual de tu carrera?
Yo siempre he sido muy reacio al juego del fan-artista, al juego ególatra en el que hay que caer un poco para que la gente te escuche… Mi etapa de ahora, más que en lo musical, está en eso. Tengo ganas de conectar con la gente, de que mi música llegue más lejos de donde ha llegado. Por suerte he logrado que mi música se escuche en muchos lugares y tenga una llega bastante decente, sin haber hecho nada más que poner mi música en línea. No he sido nunca mucho de pedir favores, ni de pagar payolas, ni de hacer historias de Instagram. Me he dado cuenta que me siento tranquilo hasta donde llegué solo con la música. Entonces, mi etapa de ahora es de entender cómo funciona el otro lado del asunto, cómo llegar a las personas para que se den vuelta a mirarte, para que se compenetren en tu obra y la entiendan, y les sirva para algo, que sea un aporte para sus vidas. En eso estoy más ahora, más que en la música. La música yo la hago, siempre la he hecho y siempre la voy a hacer, no me cuestiono mucho eso… para mi no es un conflicto la música, las notas, los ritmos, ya sé para donde voy, sé lo quiero y puedo hacer. Pero mi energía ahora va en esto, hacer que llegue a la mayor cantidad de personas posible… Además que me vine a vivir a Chile y acá no me conocen tanto, entonces me estoy dando a conocer acá.
– Claro, porque leí en una entrevista que, en parte, tu falta de reconocimiento en Chile fue “tu precio a pagar por ir en contra de los nacionalismos”, ¿podrías explicarme mejor esto?
Sí… tiene que ver con cosas como que mucha gente no sabe que yo soy chileno, gente que me escucha en México o en otros países. Yo nunca he destacado eso, es algo que lo junto con lo que te hablaba recién, tiene que ver con el relato del artista. Uno dice “yo soy de aquí”, pero yo fui criado con un antinacionalismo bastante fuerte y nunca se me ocurrió por la cabeza ni siquiera subrayar ese tema. Nunca me sentí especialmente de un lugar, aunque yo hasta los 20 años nunca salí del país, pero yo nunca me sentí identificado, por muchas razones, con una bandera, con una ubicación geográfica. Mi mente divagaba por muchos lados, por el mundo, por el universo, por mi alma, por las personas que quiero, pero nunca le puse un sello de que eran de un lugar en específico. Nunca tuve eso en mi discurso, de representar a un barrio, representar a un sector socioeconómico, ni a un sector político… a eso me refería con los nacionalismos.
– Ahora el desafío sería mantener esa forma de ser y lograr la masividad que quieres…
Claro, más que masividad, lo que quiero es poder tocar. Me gusta tocar en mi casa solo, tocar frente a otras personas, me gusta tocar con músicos con los que me gusta compartir. Y como ahora decidí venirme a Chile, por diversas razones sobre todo familiares, quiero tocar acá y ver si encuentro más gente que piensa como yo, que le gusta lo que me gusta a mí. Me gustaría conectar con ellos y poder trabajar aquí en Chile y tocar lo más posible. Además que ahora voy a ser padre por primera vez, entonces tengo ganas de estar un buen rato acá en Chile. Entonces esto es parte de eso, quiero conocer a más gente (ríe).
– Cuéntame el proceso que viviste en la creación de «Esquimal» y por qué sonidos viajaste al componer
Esquimal lo hice especialmente solo. El Indias también lo hice solo, pero las baterías las trabaja con un baterista chileno que se llama Cristóbal Tobar, que ahora vive en España. En este nuevo disco yo hice todo. O sea, hay invitados como Paz Court, que canta conmigo una canción que se llama “Chiste Malo”; Andrés Celis, que toca el Keytar en una canción que se llama “Dios No Existe”; está Franz Mesko, que toca el saxo en otra canción que se llama “Piña Colada”, pero a parte de esos featuring, que son como solos o intervenciones vocales, yo grabé todo, las baterías, los bajos, las guitarras, los sintes. Entonces fue un proceso bastante solitario e intuitivo. Era sentarme en el estudio justo en el momento en que me estaba cambiando a Chile y estaba dejando la casa y varias cosas de trabajo allá, entonces me quedé un rato con tiempo libre… tenía mi estudio, no tenía ningún trabajo que entregar en el futuro cercano, así dije bueno, voy a aprovechar mi tiempo y mi equipo para empezar a grabar lo que me gusta.
– En una entrevista definías tu disco anterior como “comerse una pizza hawayana acompañada de un clamato en una azotea de la ciudad, un viernes por la tarde en primavera”, ¿cómo definirías «Esquimal»?
(Ríe)… Es una ensalada de estilos. Es como un paseo por un montón de contradicciones, por ejemplo “Dios No Existe”, el título pareciera ser una especie de aseveración de una posición bastante clara frente a la religión, pero si la escuchas bien y desde donde yo la escribí, está hecha desde la duda, del plantearse preguntas… entender que esta vida es un conflicto constante y un choque de lógica y la mayoría del tiempo las cosas no tienen lógica, solo tienen contexto, solo a través de ciertas vivencias puedes entender que alguien sienta o piense ciertas cosas. Siento que todo el disco es eso, una pregunta constante con respuestas aparentes, que cambian de un momento a otro. Así veo a Esquimal.
– ¿Cómo ves la escena musical chilena en la actualidad?
La veo súper interesante, como siempre. Acá en Chile es adverso para la música que no es mainstream, porque es un país muy chico, entonces el porcentaje de gente que escucha lo que no está en la radio, o lo que se no pasa por la tele, es súper ínfimo. Entonces la música alternativa, la que es más propuesta o que no cumple con esas normas, tiende a tener un público más reducido. Eso hace que el contexto sea súper adverso, para tocar y ganar dinero, por lo tanto eso crea, según yo, mucho buen material, porque hay tan poco espacio que debes ser súper bueno para que te lo den, entonces eso sube el nivel y eso se puede ver en cómo es recibida esta música en otros países. La música alternativa chilena donde mejor anda es afuera y se puede ver cómo se aprecia esta manera de hacer la música, de contar el presente a través de la música, desde este contexto favorable y adverso. Por el lado de la creación, encuentro que Chile es súper interesante, pero al mismo tiempo por el lado público, escena e industria es súper chico, reducido y difícil.
– ¿Alguna banda a destacar?
Conocí una banda el año pasado que me gustó mucho y que creo tienen súper buen futuro, que se llama No Bailo, que son de San Antonio. Me gustan mucho las Yorka, también, de eso me acuerdo ahora.
– Y en un aspecto también personal, ¿podrías decirme tu disco más influyente?
Eeeh… te voy a decir uno (ríe)… es que pienso en muchos, pero si pienso en uno que me cambió la visión, fue uno que escuché a los 15 años, que creo no tenía nombre, se llamaba como la banda: Mr. Bungle. Un grupo paralelo que tenía Mike Patton, de Faith No More, que mezclaba todo con todo. Este disco me llevó a escuchar John Zorn y a gente que jugaba no solo con los sonidos, las alturas y los ritmos, sino que con lo que querían decir los estilos. O sea, juntar dos cosas que en esa época, sobretodo, no se podían juntar, como por ejemplo una balada de Kenny G con un Death Metal. Para mí ese disco fue una revelación de que se podía jugar con esto más allá de lo que me había imaginado.
– Estás próximo a lanzar el video de tu sencillo “De Esclavo a King”, ¿puedes contarme de qué va la canción y cómo fue la grabación del clip junto a Chepo Sepúlveda?
La canción es una pregunta, como te decía recién (ríe), y ahonda sobre el tema de salirse de la zona de confort por este deseo que tenemos todos de ser mejores, de triunfar. Todos tenemos nuestra propia versión de qué es ser exitoso y ahonda sobre la idea de que eso está en cada uno y cada uno puede ser exitoso, pero es cosa de proponerse las metas que cada uno tiene, que son muy distintas entre todos y uno es el que determina su estado actual y su futuro. El video lo hice con el Chepo Sepúlveda un día que fuimos a tocar con Mariel Mariel a Pucón y los organizadores se mandaron una cagá’ con los pasajes y nos tuvimos que ir un día después de lo planeado de Pucón. Así nos quedamos un día en la casa de una amiga en Tinquilco, entonces estábamos con Chepo y la cámara, y dijimos aprovechemos el día en vez de quedarnos mirando el techo… bueno, más bien allá, mirando el lago. Dijimos, saquémosle provecho a esto y hagamos un video. Empezamos a improvisar y a grabar cosas, y terminamos acabando ese video que va a salir ahora.
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