Tercera presentación de los norteamericanos Biohazard en nuestro país: la banda que fusiona de manera magistral estilos como el metal, hardcore y hip hop, se presentaba esta vez en la Rockola del Barrio Bellavista, debido al cambio de recinto anunciado solo pocos días antes del concierto.
Pasadas las 21.30 horas, la banda nacional 652 partió descargando todo el poder su hardcore y animando a los presentes que comenzaban a entrar paulatinamente a la Rockola. Tras poco más de 20 minutos de show, se fueron muy aplaudidos, destacando temas como el homónimo de la banda y el coreado “La migra” de los mejicanos Brujería.
Tras casi 40 minutos de espera para el plato principal –los que impacientaron a una Rockola a su máxima capacidad- aparece en escena el cuarteto de Brooklyn, con su formación original, que se encuentra celebrado sus 20 años de carrera. Euforia total, para arrancar con “Shades of grey” y de inmediato provocar en el público el clásico mosh, mientras los restantes saltaban al ritmo del tema. “¡Gracias Santiago!», exclama Evan Seinfeld (bajo/ voz). «¡Son un público increíble! Hace poco tocamos en Rock al Parque (Colombia), pero ustedes son muy locos”.
En “Wrong side of the tracks”, la banda pide los puños en alto, a la vez que anuncia que lanzará pronto un nuevo disco. Sigue “Urban discipline”, de su disco homónimo de 1991, un verdadero himno del estilo. «¿La están pasando bien?», pregunta Billy Graziadei (guitarras), y anuncia “esta noche sólo tocaremos canciones de los tres primeros discos”, preparando a la audiencia para la gran avalancha de composiciones clásicas y llenas de potencia de Biohazard.
“Five block to the subway” nos lleva a la veta más “radial” de los norteamericanos, para continuar con “Tales from the hard side” y “Love denied”. La Rockola era una caldera, literalmente, y la gente no paraba de saltar e improvisar mosh bajo el escenario. Una reja frente al escenario fue trepada por varios de los asistentes para estar cerca de sus ídolos; afortunadamente no pasó a mayores, ya que una caída era muy peligrosa. La producción del evento tomó rápidamente medidas para evitar cualquier contratiempo.
El sonido era fuerte y potente en el recinto, aunque a veces las voces tendían a perderse un poco frente a la distorsión de las guitarras. “Down for life” parte con acordes de “olé, olé”, lo que enciende aún mas al público. “Vamos a tocar una canción de nuestros hermanos de Bad Religion”, anuncian, para descargar “We’re only gonna die (from our own arrogance)». «¿Quien estuvo aquella vez que tocamos con ellos en Santiago?», pregunta Seinfeld, recordando el show de 2001, y muchos levantan la mano.
Bobby Hambel, el retornado guitarrista, se luce sobre el escenario, realmente pareciera que el tiempo que estuvo fuera de Biohazard no hubiese transcurrido, mientras que Danny Schuler está sólido tras la batería. ¡Los años no han pasado por la banda!
“How it is” es sin duda uno de los puntos altos de la noche, infaltable en cada show, para que a continuación Seinfeld abandone su bajo y empiece a subir al escenario a la mayor cantidad de mujeres presentes para interpretar “I ain’t going out like that” de Cypress Hill, para convertir en una fiesta la Rockola, y retornar con la furia de “Punishment” y cerrar de forma definitiva con “Hold my own”, tras casi una hora y 20 minutos de concierto. «¡Muchas gracias, volveremos pronto!”, anuncian, para retirarse raudos tras bastidores.
El público pedía con cánticos a la banda de vuelta, lo que, desafortunadamente no ocurrió, y puede ser lo único criticable del concierto, pero la verdad es que ver al grupo con su formación original, y tocar un clásico tras otro, de sus tres primeras producciones, fue imborrable para los fanáticos de Biohazard.