El pasado viernes 15 de junio, la banda nacional Chancho en Piedra ofreció el primero de dos conciertos especiales en la Batuta. La ocasión estuvo dedicada al repertorio rock de la agrupación, dejando para la otra fecha su lado más groovie. Un recorrido por más de 7 discos y 17 años de carrera, que confirman a los “marranos” como referentes de la música nacional.
La lluvia se había tomado el panorama santiaguino y el frío no dejaba indiferente a nadie. Poco a poco fueron llegando los invitados al local ubicado en Ñuñoa, quienes a pesar del clima nunca perdieron las ganas. Fueron ellos mismos los encargados de calentar motores a través de los Juanitos (mascota de la banda que cada fan se encarga de disfrazar) y los C-H-I. Un ambiente que no se alejaba mucho de lo que podía ser un estadio.
Cerca de la 1 de la mañana la banda hace su entrada. El inquieto público -compuesto por unas 200 personas- los recibe con una cálida ovación que despierta a los más tranquilos. Lalo, vocalista de la agrupación, saluda rápidamente a la concurrencia y “Moscardón” es la encargada de abrir los fuegos y desatar los saltos de los presentes. El sencillo extraído de su tercer álbum, Ríndanse Terrícolas (1998), daba luces de lo que sería el resto de la noche.
Los paños fríos llegaron de mano de “Cruz del sur”, a la que le incluyeron tintes de un sutil bossa nova. “Es un placer para nosotros tener estos repertorios con temas diferentes, especialmente para los más fans”, declaro Lalo al final del tema, sacando aplausos y evocando nuevamente los C-H-I.
“Huasónico” retrocedía los años hasta el disco La dieta del lagarto (1997), mientras que Pablo Ilabaca se lucía conun solo. La cuota de chilenidad llega con “El impostor”, canción que logra retratar el estado de algunos a esas horas de la noche. Chancho en Piedra acostumbra a hacer guiños a otras bandas en sus shows, y esta vez no fue la excepción. “Seven Nation Army” de los White Stripes servía de intro para “Realizo todo bien”, otro track de su segunda placa.
Las palmas daban el compás para que “Allegro” desordenara nuevamente el centro de la pista. Lalo gastaba todas sus energías saltando encima de la tarima, a lo que el público respondía con energéticos y modestos mosh. “Pulguitas” era la siguiente en la lista y “Paquidermo” se mezclaba con el clásico de los Sex Pistols “Anarchy in the UK”. Los animales se habían tomado la escena.
Había llegado el momento de Felipe Ilabaca e “Insolencio” le daba la oportunidad de brillar con luces propias. Un bajo potente que se fundía con los fuertes golpes de Toño en batería y su ya particular movimiento de cabellera, terminando la canción con el solo de “Digging the grave” de Faith No More. “Sn. Guijuela” y “Lolin” sacaban el lado más crudo de la banda, y los fanáticos agradecían la presencia de los viejos clásicos. Toño aprovechó la ocasión y dio un pequeño homenaje a Antonio Prieto, quien falleció hace pocos días. Cantó a capela un pedazo de su mayor éxito, “La Novia”.
Pablo se tomó un descanso para hablar de lo que se viene a futuro: “El próximo lunes 18 grabamos nuestro nuevo disco. Lo lanzaremos en septiembre en una fonda, así que preparen los hígados”. “Brocacochi” evocaba el sonido del Marca chancho (2000) y los recuerdos de una niñez mejor. Lalo se apodera una vez más del micrófono: “Esta canción fue compuesta cuando quedaba un año para el fin del mundo. Según los cálculos, el próximo año se acaba de nuevo. Está más vigente que nunca”. Las manos de la gente se elevan automáticamente y se mueven de un lado para otro, lo cual es señal inequívoca de que “Locura espacial” estaba por comenzar. De fondo, Felipe cantaba estrofas de “Mucha experiencia” de la banda trasandina Los Pericos.
Más tarde, “Asimov” y “Empresaurio” parecían estar igual de vigentes que su antecesora y tener una relación directa con la situación actual del país, cosa que no deja indiferente a los músicos. “Chile está viviendo un proceso importante y eso lo nota el mundo. Educación gratis, para luego tener salud y vivienda gratuita”, sentenció Lalo, quien fue aplaudido por gran parte del público.
“Chancho” se transformó en un mix, donde se incluyeron “El taqui taqui” de los Ilegales, “El virao” de Los Cantantes y “Explota mi corazón” Rafaella Carrá, todos viejos hits bailables que seguramente no eran conocidos por los más jóvenes. La atmósfera más pausada llegó con “Cambio total”, para luego dar paso a “Voy y vuelvo” la cual fue coreada por todos e hizo que el local casi se viniera abajo.
La vieja escuela del rock y el heavy metal también fue homenajeada por los oriundos de La Cisterna. Una versión larga de “Historias de amor y condón” fue antecedida por “Black Dog” de Led Zepellin, intervenida por “And justice for all” de Metallica y finalizada con “For whom the bells tolls”, canción que pertenece también a la banda de Los Ángeles. Una notable ejecución por parte de los Chancho, donde destacó Toño en el juego con el hi hat y el doble pedal.
La banda salía de escena, pero no por mucho. Ya eran casi las 2.30 de la madrugada y el tiempo exigía seguir con velocidad. La energía se volvió a sentir nuevamente con “Hacia el ovusol” y todo el estilo funk se asomó por primera vez con “Una aguja en un pajar”. “No sabíamos como terminar, pero creemos que ésta es la canción que más nos representa”, contaba Lalo mientras sus compañeros comenzaban con los acordes de “Hermanos marranos”.
El broche de oro llegó con “No quiero verte”, que es sin lugar a dudas el tema más pesado de todo su repertorio. Con baterías apegadas al punk y una Batuta totalmente descontrolada se dio por terminada la memorable jornada.
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