En 1993 todo era una fiesta para Suede: su debut homónimo alcanzó el número 1, ganaron el Mercury Prize y adornaron portadas de revistas como “la mejor banda británica”. Todo a su favor, con un futuro que los haría llenar estadios por todo el mundo y ser igual de populares que Oasis o Blur, pero al año siguiente la historia fue otra.
Liderada por Brett Anderson (voz) y Bernard Butler (guitarra), la agrupación se alejó del – como lo describen hoy – “feo y sin ningún valor artístico” britpop que acaparaba los rankings para embarcarse en el existencialista y melodramático Dog Man Star (1994), considerado su mejor trabajo pero también responsable del fin de esa dupla creativa que fue comparada con la de Morrissey/Johnny Marr en The Smiths.
La relación de los compositores se iba deteriorando a medida que avanzaban las sesiones de grabación del cuarteto que completaban Mat Osman (bajo) y Simon Gilbert (batería) bajo la producción de Ed Buller (Pulp, Spiritualized). Sin embargo, el resultado los llevó a tener un lugar entre los 500 Mejores discos de todos los tiempos (NME) o los 1000 discos que hay que escuchar antes de morir (The Guardian) o críticas que lo describieron como “cercano a la genialidad” y con “un deseo loco por igualar los logros de sus antepasados”.
Si David Bowie y Marc Bolan (T.Rex) eran las influencias del debut, en su continuación ampliaron el espectro a nombres tan diferentes como Kate Bush, Lou Reed, Prince, Joy Division y Scott Walker. Incluso, uno de los colaboradores de este último, Brian Gascoigne, estuvo a cargo de majestuosos arreglos orquestales, entre ellos los de “Still Life”.
Antes de que se editara, Buttler ya estaba fuera de Suede. Su sitial como uno de los mejores guitarristas de su generación se lo debe a sus dos trabajos con la banda en la que dejó una marca imborrable, siendo comparado con héroes británicos como Marr (The Smiths) o Mick Ronson (Bowie).
Como primer destacado, los músicos eligieron “We Are The Pigs”. Una composición que llamaba a la revolución, que Nude Records no quería como single promocional y cuyo videoclip fue censurado por su violencia: revueltas callejeras, enmascarados y cruces quemándose en lo que se transformó en la carta de presentación de Richard Oakes, guitarrista hasta la actualidad.
“Creo que es un disco completo, un viaje en el que puedes perderte. ¿Es mi favorito de Suede? No lo sé. Creo que los dos que los que tiene a cada lado son bastante buenos”, señaló Anderson en una reciente entrevista, refiriéndose a Suede (1993) y Coming Up (1996), para él dos debut de la banda, como explicó a Rocknvivo semanas antes de su debut en Chile en octubre de 2013.
Pero el músico reconoce que “The Wild Ones” es su canción favorita. “Si tú te quedas, soplaré lejos la lluvia y los miedos. Vamos a brillar como la mañana y el pecado al sol” canta sobre una guitarra acústica, un piano, arreglos de cuerdas y una voz que llena todos los espacios para dar equilibrio y esperanza en el título más oscuro de su discografía.
Un momento de calma entre el mantra glam futurista de “Introducing the band”, las radiables “Heroine” y “New Generation” y los psicodélicos 9 minutos y medio de “The Asphalt World”. Títulos que dan cuenta de la amplitud en la que se mueve el trabajo que incluye referencias a figuras trágicas como James Dean en «Daddy’s Speeding» y Marilyn Monroe en “Heroine” y se inspira en la poesía de William Blake y Lord Byron.
Un álbum que será reeditado en un box-set de lujo, con material inédito, presentaciones en vivo y lados B, entre ellos “Modern Boys”, “My Dark Star” y “Killing Of A Flashboy”. El reconocimiento a los casi 60 minutos que en 1994 parecían pretenciosos y que veinte años después suenan a la altura de esa ambición por ser un clásico.
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