El nacimiento del thrash metal en Chile, sus principales actores y cómo influyó durante la dictadura son algunas de las temáticas que aborda Thrash Metal, del sonido al contenido (RIL, 2014), libro del sociólogo talquino Maximiliano Sánchez que será lanzado oficialmente este viernes 6 de junio en el Centro Cultural España.
Una tesis de grado. Así comienza la historia de esta publicación, la que reúne en casi 170 páginas, parte de la historia del thrash metal en nuestro país. El documento incluye entrevistas a integrantes de bandas como Dorso, Pentagram, Sadism, Belial, Necrosis, Panzer y Torturer, entre otros, nombres claves del movimiento thrash de los ’80 y gestores de una escena musical que aún con el paso de los años continúa sumando adeptos de varias generaciones.
«Este trabajo académico viene de un interés de larga data. Desde que leía revistas y empecé a escuchar música metal a principios de los noventa que siempre me dije que quería escribir acerca de esto», asegura Maximiliano quien fusionó su gusto musical con la sociología, su profesión: «cuando entré a la universidad me di cuenta que la sociología es una carrera casi ad hoc para estudiar estos fenómenos, así es que tomé todo lo que me entregó y lo planteé como un proyecto», cuenta.
– ¿Cómo surgió la idea de tomar el material de tu tesis y transformarla en un libro?
Con la tesis hice mucho trabajo de campo y había entrevistado a muchos personajes, thrashers, etc., entonces había mucha información con respecto a lo que es el análisis sociológico y también a temas relacionados con anécdotas y cosas que ellos vivieron en esos tiempos. Toda esa información, la más académica, la mezclé con los datos más lúdicos, fotos, biografías y con ello amplié el espectro porque en mi tesis sólo me circunscribí a Santiago, pero para el libro me contacté con gente de Concepción, Valparaíso, Temuco para que me dieran algunos tips de la escena de esos años.
– ¿De dónde viene tu gusto por el thrash?
Fue porque a mi hermano le pasaban discos de heavy metal y si bien le gustan algunas bandas no es un cultor del estilo como yo, entonces llegaban a la casa estos discos y los empecé a escuchar y me empezaron a llamar la atención. Después supe que un amigo escuchaba a Sepultura y Kreator y así empezó el intercambio.
– En el libro mencionas que las primeras bandas thrash en Chile fueron formadas por jóvenes con recursos económicos altos y por ende con mayor posibilidad de acceder a discos e información. ¿Qué visión tienes acerca de la mutación que sufrió el género en cuanto a su masificación?
Con respecto a la escena actual claro, ha mutado, porque ha habido una democratización de la información, de los medios. Hoy no es tan difícil encontrar información sobre algo y bueno, hoy el tema es transversal a nivel de clases e incluso rango etario; hoy incluso hay cabros veinteañeros y cerca de los 30 a los que les empieza a gustar o se empiezan a reencantar con el metal. Ya no es algo exclusivo de la adolescencia.
Si bien el metal nunca ha sido algo muy de elite, lo que pasó acá es que la gente con mayores recursos como los Warpath o los Pentagram tenían acceso a comprar guitarras, a viajar al extranjero e inclusive manejaban otros idiomas lo que les permitió capturar esta cultura de otra forma y entenderla mejor.
En el libro también menciono que esto se empezó a masificar cuando comenzó a agarrar popularidad el cassette, algo mucho más accesible que el vinilo. También comenzaron a aparecer los fanzines y todas las reuniones que se hacían en el Manuel Plaza, lo ayudó para que los cabros se pasaran información y material.
“Lo que trasciende en el metal es la música”
Otro de los tópicos a los que Maximiliano Sánchez hace referencia en Thrash Metal, del sonido al contenido es la trascendencia del género que así como continúa sumando adeptos, también es del gusto de personas que por años han gozado con la música de bandas como Anthrax, Slayer, Megadeth, Testament, etcétera.
Al respecto, el sociólogo dice que es justamente el tema de la trascendencia la “gran conclusión” a la que llegó a través de su tesis y luego con el libro. “Acerca de por qué el metal trasciende es una pregunta que es inevitable hacérsela dado que a cualquier persona, creo, le llama la atención ver a un cuarentón con una polera de Slayer y aún con el pelo largo, siempre que se pueda”, dice.
– ¿Identificas un patrón que rigió a las bandas thrash en Chile durante los ‘80?
En Chile no había un patrón tan definido de lo que eran los thrashers como temática lírica. Tenías de todo; las bandas políticas por excelencia eran Warpath y Torture; bandas más oscuras como Massacre, que veían la realidad de manera más lúgubre. Necrosis también tenía un cuento más social y protesta. Pentagram eran más death metal, más de posesiones demoniacas y maleficios.
En general sí había un patrón dominante, pero no había un hilo conductor como en el punk, en el que sabes que siempre será de izquierda y siempre irá contra el sistema. Acá no, sólo que las líricas más apegadas a lo social y a lo político.
– ¿Por qué crees que el thrash no es incluido diariamente en las pautas radiales?
Porque creo que esto no es del gusto masivo y la gente que domina los medios de comunicación no le gusta esto y a los que les gusta ve los medios como algo que está inserto dentro del mercado en el cual el metal no tiene cabida y no hay nada qué hacer.
– ¿Por qué concluyes entonces que el metal trasciende en el tiempo?
Finalmente lo que trasciende en el metal es la música. La estética está bien, pero voy un poco más allá. Las poleras y la estética al final son pasajeras; las reuniones que se hacían en el Manuel Plaza ya no son y aún así el movimiento no murió. Ya no existen ciertos lugares o nichos donde los metaleros tocaban y el movimiento sigue. Puedes dejar de usar poleras negras, cortarte el pelo y ponerte lentes y pasar absolutamente desapercibido en lo estético y vas a seguir siendo metalero.
Lanzamiento: Thrash Metal, del sonido al contenido
Viernes 6 de junio a las 19:30 horas
Centro Cultural España (Av. Providencia 927)Presenta: Fabio Salas (El rock. Su historia, autores y estilos, 2000, La primavera terrestre. Cartografías del rock chileno y la nueva canción chilena, 2003).
Cierra el evento la banda Massacre.
Entrada liberada.
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