Son las 12 del mediodía del sábado 2 de abril y la voz de Francisca Valenzuela se hace sentir en todo el Parque O’Higgins, marcando así el inicio de la primera edición internacional del festival Lollapalooza.
Mientras tanto, decenas de personas esperaban a las afueras del Teatro La Cúpula –bautizada Tech Stage en esta ocasión- que se abrieran las rejas, para poder ver el otro comienzo del festival, el que recayó en el rock & roll de Devil Presley, quienes se presentaron como “los encargados de hacer bulla”. Y es cierto: pocas bandas tan rockeras como ésta lograron entrar en el cartel del Lollapalooza Chile.
No es casualidad que hayan sido los artistas chilenos los encargados de dar inicio al festival, que además de traer a varios actos internacionales de primer nivel, quiso brindar un espacio al talento local.
Entre cada tema interpretado por Devil Presley va llegando más gente a La Cúpula, en donde no entra la luz del día. “Perro rabioso” suena poderosa cerca del final de una presentación de media hora de duración.
Al salir de La Cúpula, aún se escucha la voz de Francisca Valenzuela quien se despide con “Múerdete la Lengua”. Y casi inmediatamente después suenan las guitarras de Los Bunkers, quienes inauguran el Claro Stage con un repertorio apto para un festival diverso como éste. Temas como “No me hables de sufrir”, “Miño” y “Llueve sobre la ciudad” –este último con Manuel García como invitado- se convierten en los primeros himnos del día, con cientos de personas coreándolos al pie del escenario.
A estas alturas ya es evidente que uno de los grandes retos de los organizadores fue superado con creces: el Lollapalooza convocó a familias enteras, ofreciendo como atracción el Kidzapalooza, un área diseñada especialmente para los niños, que cuenta con su propio escenario. Pero los niños y niñas no se encuentran sólo en ese espacio, sino en todas las áreas del parque.
Minutos antes de las 3 de la tarde, cuando el público espera ansioso a Cypress Hill, el sol obliga a buena parte de la gente a dispersarse en busca de una sombra. Sin embargo, cuando B-Real y Sen Dog comienzan a rapear, da la sensación de que la jornada va en ascenso. Si se mira hacia el Claro Stage desde lejos durante la presentación del cuarteto de hip hop californiano, se ve un mar de brazos oscilando de un lado al otro, al ritmo de la música.
Un poco más tarde, la veterana agrupación inglesa James –que parece haber perdido la atención que merecía al estar inmersa en un cartel tan amplio- marca uno de los puntos altos del día, cuando Tim Booth (voz) y Larry Gott (guitarra) sorprenden dando inicio a su show con una versión acústica de “Sit Down”, que tocan mientras caminan por la barricada, lo más cerca posible del público.
Son ya las 5:15 de la tarde y es el turno de Ben Harper, una de las joyas más raras que el Lollapalooza trajo a Chile. El cantautor norteamericano sale al escenario acompañado por su banda para mostrar con canciones como “Better way” y “Boots like these” su sonido rock refinado, en el que se funden folk, blues y soul.
El sol se convierte en una verdadera molestia al atardecer, cuando al quedar justo detrás de los dos escenarios principales, dificulta el poder ver a las bandas. Pero los ánimos no pueden decaer, pues lo mejor está por venir.
Siguiendo con la tendencia a respetar los horarios pautados, The National se presenta en el Coca-Cola Stage a las 6:15 pm para ofrecer un show de 75 minutos que marcó su debut en Chile. Mientras tanto, Perry Farrell se presentaba junto a su esposa Etty y el DJ Chris Cox para hacer bailar a quienes se refugiaban en el interior del Movistar Arena, el escenario electrónico del Lollapalooza y el que contó con mayor número de artistas en la jornada del sábado (entre ellos Empire of the Sun y Fatboy Slim).
En las afueras del Arena, de la calma de The National se pasa a las violentas y potentes armonías de Deftones, una banda cuyo sello particular conquista por completo al público, que les acompaña sin vacilaciones en el intenso viaje emocional abarcado por su repertorio, desde la aparente pasividad de “Digital Bath”, hasta la emotividad de “Risk” –dedicada a Chi Cheng-, pasando antes por la agresiva “Hexagram”, que Chino Moreno cantó parado en la reja que le impedía a sus seguidores llegar hasta el escenario.
Todo ocurría según lo previsto: los ánimos estaban a tope cuando se acercaba el cierre del primer día del festival.
Minutos después de las 9 de la noche, una K llena de ampolletas se ilumina y el público sabe que es la hora de The Killers. Brandon Flowers y compañía salen a escena con energía, pero sin euforia, a interpretar éxitos como “Somebody told me”, “Bones”, “Read my mind”, el reciente “Human” y el infaltable “When you were young”, que puso el punto final a la primera jornada del Lollapalooza Chile.
En resumen: 5 escenarios, 30 artistas y propuestas para todos los gustos condesadas en 12 horas de maratón musical… Y no hay que olvidar que todavía nos queda el domingo.
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Que paso con Devendra Banhart??….Toco alfinal?
saludos
el compadre de arriba tiene toda la razon
Sigo pensando que de haber seguido la línea regular de los Lollapalooza con íconos de la talla de Alice In Chains o Tool, hubiera sido otra cosa acá en Chile.
Aps, y una vez más, gracias por las entradas a Dominic Miller, que estuvo sencillamente increíble