En una ciudad que ya es alegre y sobre poblada, un día antes de la primera edición local de Lollapalooza, esas dos características parecen exaltadas. Gente joven llega a Sao Paulo desde distintas partes de Brasil para reclamar la promesa hecha y asistir a un evento «imperdible».
Ofreciendo un cartel en el que las bandas internacionales son en su mayoría las mismas que se presentaron en Santiago una semana antes, la gran diferencia la marcan las bandas nacionales.
En lugar de realizarse en un parque -como sucede en Chicago y en Santiago-, en su versión paulista el festival se celebra en el Jockey Club (o club hípico), un lugar relativamente amplio con alguna infraestructura propia que es aprovechada por los organizadores, pero que carece de árboles y que obliga a organizar los escenarios de una manera muy distinta.
El sábado 7 de abril, tras una improvisada presentación acústica de Band of Horses poco después de que se abrieran las puertas al público, el inicio oficial del festival estuvo a cargo de los invitados chilenos: Ritmo Machine. El grupo aterrizó en Brasil como parte del intercambio que se realizó entre ambos países, pero consiguió mejor trato y respuesta que Plebe Rude en Chile, inaugurando el escenario principal -bautizado como Cidade Jardim-, el mismo en el que Foo Fighters pondría fin a la jornada.
A mediodía, mientras la gente entraba al recinto, los sonidos latinos de la máquina comandada Bitman y Eric Bobo inundaban todo y establecían el ánimo de celebración. Con cerveza en mano, el público trataba de disfrutar a pesar del calor.
Faltando muy poco para las 13 horas, la comitiva chilena/neoyorquina se despide y cobran vida otros dos escenarios: el Alternativo, instalado justo en frente del Cidade Jardim, en donde se presenta Balls, banda de rock clásico de Sao Paulo con 20 años de trayectoria; y el Butantã -equivalente al Coca-cola Stage de Chile-, en donde Wander Wildner, ex vocalista del grupo ícono del punk brasileño de los ’80, Os Replicantes, expone su música nativista.
Los locales siguen dominando el cartel con la presentación de Marcelo Nova en el escenario principal. El cantante y compositor de Salvador es recibido como un verdadero ídolo nacional y da cátedra de rock n roll recordando éxitos de su repertorio, incluyendo algunos de su ex banda, la legendaria Camisa de Vênus.
A las 15 horas, los extranjeros pasaron a ser protagonistas con el show de Cage the Elephant. A diferencia de lo ocurrido en Santiago, aquí la banda ofreció una de las mejores presentaciones de la jornada y logró conectarse al máximo con el público. El inquieto vocalista Matthew Shultz se mostró igual de libre, pero bastante más lúcido y conquistó por completo a la gente con su entrega y energía.
Tras unas horas de relativa serenidad, a media tarde el Jockey Club pareció repletarse de golpe. Cuando los nacionales de O Rappa aparecieron sobre el escenario Cidade Jardim, varios miles de personas se agolparon en los alrededores para cantar junto a la banda hits locales como su propia versión de «Hey Joe», «Rodo Cotidiano»y «Me deixa». El grupo carioca, formado en los ’90, se hizo acompañar de un conjunto de cuerdas que potenció su peculiar fusión de reggae, rock y hip hop, dejando la vara alta para el resto de la jornada.
Llegados a este punto todo parecía haber colapsado: había filas interminables para las cajas para adquirir la moneda del festival, y para conseguir el brazalete que acreditaba la mayoría de edad para poder comprar cerveza. Y no es para menos: las cifras oficiales hablan de una convocatoria de 75 mil personas sólo en el primer día de festival.
El escenario alternativo, dedicado exclusivamente al talento brasileño, recibió durante el día interesantes propuestas, como la de Daniel Belleza & os Corações em Fúria, quienes pusieron un buen toque de irreverencia, metal y hard rock; y la de Tipo Uísque, un grupo de Rio de Janeiro en el que dominan las mujeres y que hace una interesante mezcla de rock, electrónica y soul, con letras en inglés.
Band of Horses y TV on the Radio también se presentaron el sábado en el Jockey Club, ofreciendo lo mejor de su repertorio, pero sin lograr generar la misma euforia que lograron otros, quizás en parte porque a esa hora casi todos esperaban a Foo Fighters. No obstante, Joan Jett -quien precedió a Dave Grohl y compañía- sí convocó y estremeció a una buena porción del público. La rockera estadounidense interpretó el mismo setlist que en Santiago pero con un resultado aún más abrumador, cantando al unísono con miles de devotos fanáticos, clásicos como «Cherry Bomb» (The Runaways), «I love rock n roll» y «Crimson and Clover», entre otros.
Tras ella, lo más esperado: el show de dos horas y media de los Foo Fighters. Un Dave Grohl ronco, muy contento y un poco menos comunicativo que en Santiago, hizo de las suyas nuevamente y logró que el público brasileño se rindiera a sus pies. La alegría de los paulistas se elevó con la música de los Foo y agradeció los gestos de la banda. El setlist incluyó en total tres canciones más que en Chile, entre ellas «Hey, Johnny Park!», «Enough Space» y «For All the Cows», de sus primeros discos.
No hubo set en solitario para Grohl, pero sí un gesto bien apreciado por los fanáticos más antiguos: el líder de los Foo tomó las baquetas y se sentó tras la batería en «Cold Day in the Sun», mientras Taylor Hawkins pasaba al frente con el micrófono. Otro punto alto del show lo marcaron los fanáticos, quienes durante el tema «Best of you», levantaron carteles en los que se leía «Oh», para acompañar los cánticos del cierre, que continuaron hasta después de que los músicos abandonaran el escenario por primera vez. Una postal que seguro quedará en la memoria de la banda.
A la vuelta, tras interpretar no uno, sino dos temas junto a Joan Jett, la agrupación se despidió con la siempre emotiva «Everlong», poniendo fin a 11 horas de música sin descanso. Es inevitable pensar que la segunda jornada de Lollapalooza Brasil difícilmente podrá superar a la primera.
GALERÍA DE FOTOS
Fotografías de Javier Valenzuela para RockNvivo.com
hola Nico, gracias por la observación. Ya hicimos la corrección :)
saludos
Muy buen articulo, solo una pequeña acotación: el baterista de los Foo se llama Taylor Hawkins, no Smith.
Saludos